miércoles, 27 de mayo de 2009

En el vaiven de los recuerdos

Entré en la antigua y polvorienta mansión. Aun era muy temprano, y una suave claridad iluminaba pobremente la habitación. Muy leve era la luz, pero no tropecé con ella, no me choqué contra la deslucida mecedora. La última vez que la vi tenía ocho años y era una niña asustada que se sentaba sobre las rodillas de su abuela cuando no podía dormir. Pasé el dedo por el respaldo áspero y estropeado. ¡Que recuerdos!. Un coche pitó fuera; eran los compradores de la casa. Le dirigí una última mirada al envejecido sillón de madera y una muchacha sonriente me despidió desde la anticuada y raída mecedora con mirada melancólica, invitándome a sentarme y dejar que la gastada silla me balanceara. Me dormí acurrucada contra su alto respaldo, pero al despertar no había polvo ni telarañas, sino que me acunaba en brazos de mi abuela, sentada frente al fuego en la vieja mecedora.

jueves, 21 de mayo de 2009

Caminara

En la noche sin luna,
En que los muertos despiertan
Y los fantasmas murmuran,
Se levantará el terrible ser,
Cadáver andante de mente viva.
Caminará despacio,
Sin prisa alguna,
Pues su cuerpo no muere
Y posee eterna vida.
Hijo de las sombras
Y señor de almas perdidas,
Cruel bebedor de sangre
Con tez pálida y fina.
Observará pacientemente
A la presa elegida
Y planeará cuidadoso
Como darle caza y muerte.
Y puede que en su longevidad,
Decida compartir su mal,
Que quiera huir de la soledad
Y camine en compañía.
Así que acelerad el paso,
Y refugiaros en el día,
Temblad ante en horror
Que relata esta profecía.