viernes, 17 de junio de 2011

¿Dónde venden historias felices?

Creer que esa antigua obsesión ha sido superada y quedarse boquiabierta ante el asombro de comprobar que no ha sido asi.
Puede que obsesión sea una palabra demasiado fuerte; hay quienes me han dicho que es amor, pero sus caras expresaban más lástima que comprensión, por lo que si lo que doy es pena prefiero utilizar palabras apropiadas para mi enfermedad.
Porque he descubierto que estoy enferma de él. Es su recuerdo el que me desvela por las noches. Es su imagen la que me viene a la cabeza cuando decido acompañar mi silencio con música. Es una enfermedad que me encanta, he de reconocer, un mal que me hace mucho bien. Porque aunque tenga que ahogar mis sentimientos para no causarle malestar sí que puedo expresar cariño y preocupación, gracias sencillamente a que me ha permitido llamarme su amiga.
Pero no me molesta esta situación; las cosas no pueden suceder al gusto de todos, y soy la única que siente algo más que amistad.
Es extraño. Normalmente cuando reconozco que  nunca voy a poder olvidarle las palabras fluyen solas desde mi mente al teclado, pero ahora no soy capaz de ello. Y es que me he dado cuenta de dos cosas muy tristes para mi fanatasía. La primera es el hecho obvio para todos, excepto para mí, de que jamás podré formar parte de su vida tal como deseo. Todos eran consientes de ello, pero todos contribuyeron a aumentar las mismas esperanzas que ahora debo frustar. Porque no voy a ser tan hipocrita de decir que las apariencias no le importan. Lo hacen y mucho. Y la segunda cuestión es que aunque tengo asumido que nunca habrá una historia que protagonicemos los dos, si mañana me sorprendiera diciéndome que me quiere le creería, incluso  sabiendo que sus relaciones no duran mucho. Porque todo esto comenzó ya hace seis años y no va a a terminar nunca.
No se puede decidir cuando amar y cuando no. Si esa decisión tiene relevacia es que no es amor. Y tampoco se puede dejar de amar, ni tan siquiera cuando se comienza a odiar, por el simple hecho de que odiar es una forma diferente de tener a esa persona en mente. No odiamos a quienes no hemos apreciado y querido.
Hace unos meses conocí a alguien y ese contacto me hizo creer que se puede olvidar. Pero al final me he quedado igual, o peor, porque tengo que reconocer que uno siempre estará presente para mí y que el segundo podría haberlo estado y lo dejé ir por cobardía. Cosas que tiene la vida.

domingo, 29 de mayo de 2011

Palabras

Siento que me faltan las palabras, y eso es extraño, ya que han sido las únicas amigas fieles que he tenido, siempre dispuestas a reafirmar mis pensamientos.
Pero ahora no se qué las ocurre, por culpa de que extraña enfermedad no acuden a mí como desearía. Creo que han decidido que si no las uso cuando estás frente a mí para expresar lo que siento tampoco podré usarlas para otros fines. Han resuelto en que no debo recurrir a ellas para compartir mi alegría o mi pesadumbre. Ni mis miedos ni mis esperanzas han de ser ya nunca pronunciadas por mis labios mientras este nada liviano castigo termine.
Y es por ello que sólo puedo remitirme a las palabras escritas; parece ser que es el último resquicio que queda entre esas palabras que me han sido arrebatadas y la total incomunicación. Y si ya es difícil entenderse hablando, no me atrevo a plantearme la posibilidad de hacerlo sin palabras.
Aceptaré mi castigo sumisamente, con la vaga y diluida esperanza de que me sirva de lección.

viernes, 20 de mayo de 2011

Caminos

Es fácil ahora comprender que no se puede tener todo en esta vida, se puede amar a dos corazones distintos, pero solo puedes entregar el tuyo a uno. Y esto es una gran injusticia, porque cuando el amor azota y clava su dardo cruel, haciendo referencia a la magnifica obra de Muñoz Seca, todos deberian rendirse a él, sin importan cuantas almas se unan al mismo tiempo. ¿Por que tengo que entregar dos clases distintas de amor cuando tan solo logro experimentar un tipo de sentimiento por ellos?
Pero es fácil de comprender ahora, no antes, en estos momentos que pierdo todas las oportunidades presentes, tras haber dejado pasar muchas, lenta y sofocantemente, por no tener claro que alma me gustaba más ni que ojos me volvían más loca. he perdido el tiempo preguntándome que camino escoger, quejándome a mí misma de no poder tomar los dos unas veces, y otras desechando cualquier posibilidad, ante el desolador sentimiento de fututro rechazo.
Así que he ahí el problema, he diluido la arena del reloj, ni tan siquiera la he derramado, sino que he conseguido que se deshaga en poco más que vapor, en poco más que suspiros.
Perdí mis días intentando averiguar ante que voz mi corazón latía más deprisa, o ante que olor me estremecía con mayor sobrecogimiento... incluso me negué a mí misma la realidad, pensando que no sentía por nadie.
Y ahora que al fin me doy cuenta de esto, para un caso me falta confianza  y para el otro me asusta el exceso de la misma, con lo que me sumerjo de nuevo en paranoias pesimistas y desagradables.
Pero ahora da igual; de uno ya obtuve el rechazo; del otro ya no tengo tiempo. Creo que sería mejor extender las alas y volar, volar tan alto y tan lejos que todo quedara atrás para siempre, sin miradas de añoranza, porque el vientos ayudaría a borrar todos estos malditos pensamientos.

jueves, 21 de abril de 2011

Prioridades

Son suspiros torpes
que anhelan libertad;
son esquivas sirenas
que desean caminar.

Son brillantes luciérnagas
colgadas sobre el mar,
que quieren descender
y en la arena jugar.

Son anhelos, deseos, caprichos,
que nacen para expirar;
pero lo que me mueve a quererte
no sabe de tiempo, sino de eternidad.

domingo, 17 de abril de 2011

Invierno


La primavera se ha posado,
aquí, junto a mi ventana,
y yo la he espantado,
y he contemplado su vuelo asustado.

No quiero su luz ni su color,
no quiero sus olores ni su sol,
no quiero la alegría que anuncia,
no quiero su buen humor.



Prefiero mi triste y frío invierno,
porque congelada estaba yo
y tú me comenzaste a derretir,
encendiendo el calor dentro de mí.

Y si tú no vienes a posarte en mi ventana,
a desterrar la nieve que hiela y vacia mi mirada,
no quiero falsas primaveras,
no puedo ser feliz sin tí conmigo.

viernes, 15 de abril de 2011

Sonanbulismo

Cuán inesperada puede ser la vida. Y qué extrañas son las noches en que, aun dormida, hablo contigo. Y después me despierto con esa sensación de cansancio, sin recordar, pero con la segura certeza de que he hablado en voz alta estando dormida, de que, en un descuido de mi caprichosa mente, he revelado a la oscuridad de mi refugio todo lo que debería revelarte a ti.
Ahora tengo miedo de que, amparado por la silenciosa luna, algún enemigo espectro escuche y comprenda esos pensamientos desvelados contra voluntad y vaya corriendo a decírtelos al oído. Por que, en el fondo, aunque quiero ser capaz de contarte lo que siento, temo mucho más el rechazo que seguro vendría después. Y esto me llena de una desesperación alterada y pesimista, que como un eterno ciclo, conlleva una dosis mayor de miedo cada vez.
Si mi sueño habla palabras que son mías pero no quiero compartir, ¿por qué mi mente consciente no lo hace también?
Todo sería mucho más fácil si el motor de nuestra razón fuera nuestro subconsciente; de esa forma seríamos realmente sinceros, sólo responderíamos al impulso del momento, y yo no tendría que seguir guardando dentro de mí tantos deseos. Es ciertamente doloroso y, quizá por eso, mi mente me traicione cuando estoy dormida y los deje escapar. Quizá se haya dado cuenta de que no tendrá otra forma de aligerar carga.
Aun con todo, es maravillosa la sensación que se queda conmigo después. Porque en esos sueños tan vividos, cuando yo te digo "espera, no te vayas de mi lado. Quédate conmigo para siempre" tú esperas y te quedas, y tomas mi mano, y me miras directamente a los ojos, como si la vergüenza o el miedo al vacío no pudieran existir en ese mundo de irreal fantasía.
Así que en conclusión, creo que mi mente trata de decirme que puede que haya otro futuro diferente al que yo ya doy por sentado; y puede que lo esté consiguiendo, porque cada mañana me levanto con esperanzas nuevas y más fuertes, pero solo me da eso, esperanza, ya que todavía no ha conseguido infundirme VALOR.

viernes, 25 de marzo de 2011

Hechicera

Una larga y esbelta figura caminaba con determinación por el sendero. La luz de la nívea luna bañaba sus brazos y su cabello, y la tenue sombra que proyectaba su cuerpo serpenteaba junto a ella. Vestía una larga falda, de sedas oscuras y ondeantes, junto con un corsé bordado en plata.
Hacia frío, pero el cruel viento del norte, helador, no se atrevía a rozar su delicada piel.
Recorría una senda poco frecuentada, un escondido camino que bordeaba un alto y traicionero acantilado. Esto estaba a la derecha de la caminante, y a su izquierda un paraje desolado de verdes colinas dibujaba un cuadro hermoso y triste. No había animales, no se atisbaba evidencia alguna de presencia humana. Solo el mar, rugiente, que luchaba por alcanzar su adorado cielo, y las estrellas, que brillaban inertes en el firmamento, la acompañaban.
Seguía andando, sin detenerse, cuando comenzó a entonar una dulce melodía. Susurraba, pero el sonido delicioso, que sin palabras hablaba de amor y dicha, se oía mas alto que las bravas olas, y sus pies descalzos comenzaron a danzar al ritmo de su voz.
Giraba sobre si misma, con los ojos cerrados y las manos alzadas, pero jamás se salía de la senda. Juguetona se aproximaba al borde, y con el mismo baile regresaba al centro del camino.
Y así continuó su avance, hasta que se detuvo en un saliente en la roca. Sus bellos pies no dudaron cuando se acercaron al borde del precipicio, y su voz tembló cuando tornó su cantar en un desgarrador y triste lamento, en un doloroso suspiro de soledad. La melancolía impregnó el ambiente y logró que el mismísimo mar cesara en su tempestad. Las estrellas se apagaron y la luna se encogió, apenada por el terrible dolor que estaba siendo entonado.
Algunas lagrimas recorrieron el rostro perfecto de la mujer y fueron a parar al agua, donde se fundieron con los miles de zafiros que forman el mar.
Y, tan de pronto como había empezado, la bella dejó de cantar. Su cabeza se inclinó ligeramente hacia delante, y todo su cuerpo la siguió. Abrió los brazos, como si quisiera abrazar el mundo, y se dejó caer.
Sin embargo, su melena no llegó a mojarse en el calmado mar. Unos brazos firmes, deseados, la sostuvieron en el aire, la abrazaron, y la devolvieron a la tierra áspera.
No aflojaron el abrazo, sino que aquel ángel salvador la aferró fuertemente y la acunó hasta que su corazón roto comenzó a unirse, hasta que cada pesado recuerdo del dolor se hubo esfumado.
Ella abrió los ojos, incrédula, y contempló el rostro de la perfección. Observó con detenimiento cada detalle, sin creerse aun que pudiera contemplar lo que su mirada captaba. Tímida posó su frágil mano sobre la mejilla del hombre, sintiendo su calidez, y recorrió con el pulgar sus labios. Volvió a derramar lagrimas, pero esta vez de pura felicidad, y de su garganta brotó la risa mas hermosa y melodiosa que nadie pudiera desear oír. Su salvador también sonrió y, con sumo cuidado, tomó de la nuca a la dulce mujer para acercar sus rostros. Tiernamente, casi con miedo, el mortal posó sus labios sobre los de la hechicera, acariciándolos, bebiendo de ellos con avidez, haciéndola desear seguir respirando junto a él.

jueves, 24 de marzo de 2011

Arena

El sol lucía alto en el firmamento. Pero el cielo no estaba por
colaborar y unos densos y oscuros nubarrones venían guiados por un
áspero aire del sur. Los granitos de arena volaban con el viento y las
olas del furioso mar arremetían contra las rocas, ya pulidas y
brillantes por el paso de los años.
Unas huellas se adivinaban en la arena, guiando por su rítmico sendero
un camino de esperanzas y deseos. Los dos amantes, que dejaban atrás
su aroma en el aire, estela de minúsculas e invisibles chispas de
emoción, imaginaban.
Ajenos a la realidad viajaban juntos por océanos de sueños, navegando
sobre las olas que vibraban al susurro de sus risas, arriando velas
tejidas con ebras de recuerdos.
Pero llegaban ya los nubarrones y cernían su larga y axfisiante
sombra. Los amantes, sumidos ambos en un romántico intercambio de
miradas, no se percataban de la vecina tempestad.
Como encantados por la compañía echaron a correr despistados y
apasionados, hasta que un fulminante y repentido haz de electrizante
luz cayó, y en un abrir y cerrar de ojos desapareció. Ella,
divertida, dejó de danzar a la lluvia y miró atrás. Durante los
pocos segundos que su corazón siguió emitiendo un acelerado y
desbocado palpitar, contempló con angustia el bulto inerte que
instantes antes corría tras ella, que ahora yacía en la arena mirando
al cielo con ojos de cristal, hasta que otro destello fulgurante cayó
sobre ella, sentenciando su existencia y apagando su doloroso llanto.

miércoles, 23 de marzo de 2011

Un ultimo viaje

Un suave y tímido sol de mayo iluminaba su piel, curtida por los años de trabajo incesante. El aire, glacial y salado, hacía que sus cansados ojos lloraran lagrimas perlinas, que a su vez se unían a las lágrimas de tristeza que resbalaban por sus mejillas. Con una mano áspera y arrugada recogió una de esas gotas de amargura y contempló como se desvanecía entre los surcos de su dedo.
Era viejo, demasiado incluso para poder seguir con lo que era su vida. El balanceo del barco se acentuó y el anciano levantó la vista al cielo. Una gran masa de oscuras y densas nubes comenzaba a ganar terreno al sol, que ya casi no se divisaba.
El hombre se sentó en el suelo de la embarcación, mientras jugaba con el anillo de oro que había en su mano izquierda. Sencillo y discreto, tal como le gustaban las cosas a María. Su querida y añorada María. Pensar en ella hizo que dejase de llorar. Hacia ya unos años que, a los pies de la cama del hospital, mientras acariciaba la mano de su adorada María, le había prometido que jamás lloraría cuando pensara en ella. Y él no podía faltar a la última promesa que le hizo a su mujer, a su compañera.
En la distancia observó como dos rayos iban a parar al mar y se estremeció.
Cojeando por culpa de su dolorida pierna levó el ancla y, arrastrando el rígido miembro, se alejó del timón. Llevaba muchos años recordándole que no era un chaval, que ya no podía salir a faenar, que tenía que quedarse en casa descansando. Tal vez, y sólo tal vez, mientras María vivía aquello había sido soportable, pero ya no podía quedarse sentado en su sillón, mirando por la ventana, escuchando el silencio que gobernaba en la casa. No podía.
Los médicos dijeron que su María había muerto de un infarto, pero él no lo creía. El corazón la había matado, si, pero porque estaba roto. Su María amaba a dos hombres, los cuidaba y mimaba cada día, pero cuando Jorge se estrelló contra aquel camión de camino al hospital y se salió de la carretera dando vueltas de campana, su corazón se rompió. Tardó semanas en parar de repetir que su hijo, su Jorge, tenía un gran futuro. Y fue peor cuando su nuera se llevó a Madrid a su nieta, sin tan siquiera poder conocerla. No conocían ni su nombre. Lo único que les quedaba de su hijo se había ido a la misma velocidad que él, pensó el viejo mientras besaba con ternura la alianza.
El barco dio una sacudida y el hombre se ató calmadamente en la cabina.
Otra sacudida.
Miró al cielo con la esperanza dibujada en loa ojos. No había miedo en su expresión cuando se sentó en el suelo y comenzó a rezar, dando gracias a Dios por todos los dones que le había dado en su vida; rogándole también por poder reunirse de nuevo con los dos pedazos que le faltaban a su alma.
Otra sacudida.
El capitán vio sonriente como el agua inundaba su hogar y, en paz, dejó que le arrullara suavemente hasta el fondo del mar.
Pero, antes de cerrar los ojos por fin, contempló a su amada María observando el horizonte, con una sonrisa angelical en sus labios, mientras su adorado hijo tomaba el timón una vez más.

martes, 22 de marzo de 2011

Queridos sueños;

Espero que estéis bien dentro de vuestro rígido caparazón, protegidos de cualquier ataque externo. Lo espero, ya que sois mis únicos amigos.
Sois la representación perfecta de mi vida, tan perfecta que sólo puede ser eso, representación.
Como si de una obra de teatro se tratara, en mi ensoñada imaginación cada actor tiene un papel absolutamente idóneo, cada escenario se monta con la mayor delicadeza y el argumento entretiene. Pero, lo que es más, los diálogos los pongo yo, perdón, mi imaginación. Por que voy a seguir culpando de este delicioso artificio a ese resquicio de mi mente que se niega a dejar de desear y ver amapolas aun cuando es invierno, o simplemente ver amor donde sólo existe indiferencia.
En mi obra ideal él no es un amigo, no es una presencia a la que paso inadvertida. Es una mano que me salva de caer, un valiente guerrero de afilada espada que me defiende de mis enemigos, un dulce amante que me da calor en las noches de tormenta y una triste sombra cuando no estoy junto a él. Así filma mi corazón las escenas y después, en una tierna y errónea realidad, mi imaginación las proyecta sobre mi mente, de forma tan vívida y nítida, que a veces no logro discernir cual de las dos realidades que leen mis ojos es la que otros llaman verdad; porque para mí mi única verdad es ver su sonrisa cada mañana, ya sea ficción o no.
Prefiero esta locura ficticia, que me proporciona paz y felicidad, a un mundo donde, pese a ser denominado como real, solo se ofertan esperanzas marchitas y futuros en soledad que disfrazados de simpáticas amistades y meros cariños, hieren en lo más profundo, recóndito y vulnerable de mi ser; mi corazón.

domingo, 20 de marzo de 2011

Hielo

Frágiles las puertas del olvido
De tacto muy delicado y fino,
Son tus labios que me embriagan,
Como el mejor y mas sutil vino.

La tentación con gran fuerza atrae,
Pues si tu hechicera y bella voz,
A mi llamara desde el fondo
De un alto y sombrío precipicio,
No cabría otra cosas en mi mente,
Que dejar caer mi cuerpo inerte,
Con un único y loco deseo,
Yo tu esclava y tu mi dueño.

Senda de perdición he escogido,
La creencia de compartir sino;
Me obligué a elegir un camino
Que en la soledad me ha sumido.

Cuan grande es ésta mi desgracia,
Cuan amargo es así existir,
Pues mirar a tus ojos me mata,
Pero sin ellos no sabría vivir,
Pues mi alma mía ya no es
Te la di a ti con todo mi ser,
Y aun por ella no me has pagado,
Y una sonrisa hubiera bastado.


Impasible corazón de hielo,
Mirada carente de emoción,
Pero acudes a mi llamada,
Perfecto, atrayente, aterrador.

sábado, 19 de marzo de 2011

Sueños

Caminar entre las nubes,
contando polvo de estrellas;
abrazar la luna con las orejas
pintando de color las mareas.

Saborear el aire con la lengua
y coger la luz en una cesta;
pescar peces y una sirena
y beber en el desierto arena.

Darle a las ostras sus perlas,
devolverle a las abejas su colmena;
dibujar en el espacio escaleras
que sirvan para viajar entre planetas.

Fundar una ciudad eterna,
que exista pero no se vea,
en la que la paz sea
la peor de todas las cadenas.

Cortar en cien trozos el arco iris
y esparcirlos por la tierra,
para que crezcan mil sonrisas
y nadie sufra ya más guerras.

domingo, 13 de marzo de 2011

Futuras heridas

Nuevos deseos, nuevas esperanzas. Por si dos golpes no fueran suficiente la vida, caprichosa, se prepara otra vez para dañar. Presenta cuidadosamente los personajes que han de protagonizar esta nueva película, detalla minuciosamente sus caracteres, sus físicos; describe en las acotaciones tanto la personalidad excéntrica como los bucles que forman los rizos de sus cabelleras. Se divierte pensando en el guión, en los enredos y las peleas, en las ilusiones y las frustraciones.
De nuevo tengo motivos para los hermosos símbolos que forman palabras y expresar de la mejor forma que sé lo que siento. Pero esto también significa que mimelancolica y obsesiva personalidad tiene una razón nueva para recrearse en oscuros y repetitivos sentimientos.
No conozco la naturaleza exacta de lo que me atrae hacia él pero si que veo la atracción que me arrastra tortuosa y desesperadamente en su dirección. Porque siempre hay un él. Siempre hay un sueño inalcanzable, quizá porque el desagradable destino se olvidó de pintar para mí el amor o quizá porque mis propios miedos diluyen constantemente las pinceladas.
Ahora mismo solo sé que es una batalla perdida incluso sin haberla comenzado, ya que la primera a la que tengo que derrotar es a mí misma.