domingo, 21 de junio de 2009

Daño perfecto

Una mano acaricia mi pelo
y la otra lo aparta de mi cuello,
mientras tus ojos me miran sedientos
e ignoras mis amargos lamentos.

Hueles mi viva y latente sangre,
te has cansado de resistir el hambre;
hundes tus colmillos en mi garganta,
bebes, dejas mi vida desgarrada.

Y de repente gritas angustiado,
reparas en lo que has hecho aterrado.
Ves como la vida me abandona,
observas como mi alma se ahoga.

Te prometiste que no lo harías,
que a tu amor mortal no morderías,
y, sin embargo, no has resistido,
la sed de tu condena ha vencido.

Solo nos queda una solución,
que me concedas tu oscuro don.
Así que me sostienes con ternura,
me haces probar tu sangre con dulzura.

Caigo desmayada ante tus pies,
sonríes por lo que tus ojos ven,
el sino te ha dado una compañera,
alguien con quien vagar entre tinieblas.

No hay comentarios: