viernes, 20 de abril de 2012

Pirata

"Que es mi barco mi tesoro,
que es mi dios la libertad,
mi ley, la fuerza y el viento,
mi única patria, la mar."

¿No sería maravilloso ser libre? Libre de sueños, de responsabilidades, de esas sogas llamadas esperanzas que nos retienen con la amenaza de asfixiarnos si intentamos huir de ellas. Sería verdadera libertad. Dejar de pensar en todos los problemas porque los problemas desaparecieran, porque pudiéramos ceñir un cinturón de cuero marrón a nuestra cintura, sujetar con el una espada y abrazar el océano sin volver la vista a la mala tierra, a todas las tierras, sin volver a pisar jamás tierra firme, salvo cuando correspondiera saquear aquella ciudad o la de más allá.

¿No sería maravilloso gritar sin contenerse? Alzar la voz con la garganta bien abierta para que todos se enteren de que eres libre. Gritar tan alto que se estremezcan las olas y sacudan con su furia las viejas tablas de madera del navío, convirtiendo cada segundo a bordo en una aventura peligrosa, situándonos de nuevo al borde del mismísimo abismo apenas hubiéramos esquivado sus garras.

¿No sería maravilloso luchar por tu corazón? No tener patria más que la mar, no homenajear ninguna bandera que no sea la que ondea en tu barco. No volver a luchar jamás en nombre de hombres cobardes que aguardan sentados tras un escritorio, esperando una victoria que reclaman como suya, aun cuando ni sangran, ni sufren, ni matan,ni mueren. Levantar el brazo sosteniendo el sable y hacer que rueden cabezas. Poder morir con el mayor de los honores, el de haberse servido a uno mismo y haberlo hecho hasta el final.

¿No sería maravilloso ser pirata?


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