martes, 27 de julio de 2010

Feliz irrealidad


Hoy contemplé su imagen de nuevo, y su extraordinaria sonrisa quedó grabada a fuago en mi memoria, un retrato inamovible y hermoso.
Reuní toda mi fuerza de voluntad para hacer frente a la terrible y espantosa realidad y volver a sumergirme en mi mundo de oscuridad, tenebroso si, pero sereno. Pero la añoranza por recuerdos jamás vividos inundó de tal forma mi espacio que incluso el aire, en un intento por destronar a mi razón y lograr que la más irresistible de las demencias se apoderara de mí, olía a él. Pude oír sus palabras, pude recordar cada amable gesto de su rostro y sentirme acogida.
Pero la triste realidad regresó de nuevo a mí y todo se desvaneció. Abrí los ojos y estos solo pudieron contemplar la negra blancura del techo de la que hasta hace poco era mi habtación, transformada ahora en una mazmorra aterradora.
No se a quién pretendo engañar.
No me sirve de nada sentir pena por algo que no he tenido, aun cuando hay tantas voces que me hablan de un futuro.
Yo el único futuro que veo es el de la distancia y la soledad. Porque sé que cuando su bello rostro vuelva a mí y me deje sin aliento, me sentiré sola y apartada de cuantos me rodean, sin sentir deseo alguno por no alejarme.
Porque si el único resquicio de luz que me queda son los sueños y las ilusiones, me abrazaré a ellas de la forma más firme y tajante que sea capaz. Me apartaré del mundo y de su cruel verdad.

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