lunes, 26 de julio de 2010

Vacio


Qué es la soledad, sino un vacío oscuro y cercano que se enrosca en torno a nuestra alma y nos ahoga, anulando cualquier sensación de compañía y acogida?
Nos empuja a sospechar que nadie nos ama, se mezcla con la inseguridad y nos conduce hasta el terrible y desolador pensamiento de que estamos solos, de que nadie nos quiere, porque no somos dignos de la atención de nadie.
Y la tragedia está en lo dispuestos que parecemos estar a creérnoslo. Yo, confieso, me lo he creído. Mi desconsuelo reside en que aun no he encontrado la forma de ignorar las tinieblas que me acunan. Mi problema es que sigo dispuesta a creerme esas mentiras, de forma tal que ni mi mente ni mi alma se atreven a cuestionar esa parte de mis pensamientos. No comprendo cómo alguien podría albergar sentimientos profundos e intensos hacia mí, y a la vez me reprocho a mí misma ser capaz de creerme la historia.
Creo que en el momento que cambie mi actitud los demás también cambiarán su actitud hacia mí, porque lo que damos recibimos. La misma duda que transmito es la que me devuelven, así que he llegado a la conclusión de que para avanzar y poder reaccionar debo aprender a pensar que no soy peor que los demás, que no merezco menos que nadie.
No me parece fácil. Así que en vez de quitarle problemas añado más a la lista. Si al menos tuviera una prueba de que no estoy recorriendo la senda en vano, si al menos supiera que él dedica una pequeña parte de sus pensamientos a mí, aunque fueran segundos rápidos e imperceptibles...

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