martes, 22 de marzo de 2011

Queridos sueños;

Espero que estéis bien dentro de vuestro rígido caparazón, protegidos de cualquier ataque externo. Lo espero, ya que sois mis únicos amigos.
Sois la representación perfecta de mi vida, tan perfecta que sólo puede ser eso, representación.
Como si de una obra de teatro se tratara, en mi ensoñada imaginación cada actor tiene un papel absolutamente idóneo, cada escenario se monta con la mayor delicadeza y el argumento entretiene. Pero, lo que es más, los diálogos los pongo yo, perdón, mi imaginación. Por que voy a seguir culpando de este delicioso artificio a ese resquicio de mi mente que se niega a dejar de desear y ver amapolas aun cuando es invierno, o simplemente ver amor donde sólo existe indiferencia.
En mi obra ideal él no es un amigo, no es una presencia a la que paso inadvertida. Es una mano que me salva de caer, un valiente guerrero de afilada espada que me defiende de mis enemigos, un dulce amante que me da calor en las noches de tormenta y una triste sombra cuando no estoy junto a él. Así filma mi corazón las escenas y después, en una tierna y errónea realidad, mi imaginación las proyecta sobre mi mente, de forma tan vívida y nítida, que a veces no logro discernir cual de las dos realidades que leen mis ojos es la que otros llaman verdad; porque para mí mi única verdad es ver su sonrisa cada mañana, ya sea ficción o no.
Prefiero esta locura ficticia, que me proporciona paz y felicidad, a un mundo donde, pese a ser denominado como real, solo se ofertan esperanzas marchitas y futuros en soledad que disfrazados de simpáticas amistades y meros cariños, hieren en lo más profundo, recóndito y vulnerable de mi ser; mi corazón.

No hay comentarios: